La hipótesis Gaia es un modelo interpretativo
sobre la biosfera que afirma que la vida fomenta y mantiene
unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando al entorno. Según la hipótesis
Gaia, la atmósfera y la parte superficial del planeta Tierra se comportan como
un todo coherente donde la vida, su componente característico, se encarga de
autorregular sus condiciones esenciales tales como la temperatura, composición
química y salinidad en el caso de los océanos. Gaia se comportaría como un
sistema auto-regulador (que tiende al equilibrio). La hipótesis fue ideada por
el químico James Lovelock en 1969 (aunque publicada en 1979)
siendo apoyada y extendida por la bióloga Lynn Margulis Lovelock
estaba trabajando en ella cuando se lo comentó al escritor William Golding,
fue éste quien le sugirió que la denominase “Gaia”, diosa griega de
la Tierra

FUNDAMENTOS.
Esta teoría se basa en la idea de que la biosfera autorregula
las condiciones del planeta para hacer su entorno físico (especialmente
temperatura y química atmosférica) más hospitalario con las especies que
conforman la «vida». La hipótesis Gaia define esta «hospitalidad» como una
completa homeostasis Un modelo sencillo que suele usarse para
ilustrar la hipótesis Gaia es la simulación del mundo de margaritas
Según la segunda ley de la termodinámica, un sistema cerrado
tiende a la máxima entropía. En el caso del planeta Tierra su atmósfera
debería hallarse en equilibrio químico, todas las posibles reacciones químicas
ya se habrían producido y su atmósfera se compondría mayoritariamente de CO2 (Se
estimó que la atmósfera debería componerse de, aproximadamente, un 99 % de
CO2) sin apenas vestigios de oxígeno y nitrógeno. Según la teoría de Gaia, el
que al día de hoy la atmósfera la compongan un 78 % de nitrógeno,
21 % de oxígeno y apenas un 0,03 % de dióxido de carbono se debe a
que la vida, con su actividad y su reproducción, mantiene estas condiciones que
la hacen habitable para muchas clases de vida.5
Con anterioridad a la formulación de la hipótesis Gaia se
suponía que La Tierra poseía las condiciones apropiadas para que la vida se
diese en ella, y que esta vida se había limitado a adaptarse a las condiciones
existentes, así como a los cambios que se producían en esas condiciones. La
hipótesis Gaia lo que propone es que dadas unas condiciones iniciales que
hicieron posible el inicio de la vida en el planeta, ha sido la propia vida la
que las ha ido modificando, y que por lo tanto las condiciones resultantes son
consecuencia y responsabilidad de la vida que lo habita.
HIPOTESIS EN EL HABLA HISPANOHABLANTES.
En el área hispanohablante también se han
realizado trabajos de investigación sobre la hipótesis Gaia. Algunos de estos
trabajos han servido para corroborar partes importantes de la hipótesis, como
es el caso de los que se presentaron en la tercera conferencia Gaia de
Valencia.
Dentro de los trabajos presentados en Valencia estaba el del
investigador Ricardo Amils del Instituto de Física Teórica
UAM/CSIC, que demostró que las bacterias que habitan las aguas del río
Tinto (Huelva), con alta concentración de metales pesados y muy ácidas, no
sólo toleran el hábitat sino que contribuyen con su metabolismo a mantenerlo en
esas condiciones.11
Asimismo, el estudio de los investigadores Carlos
Pedrós y Rafael Simó, del Instituto de Ciencias del Mar de
Barcelona (CSIC), apunta a que el plancton marino emite mayor
cantidad de sulfuro de dimetilo cuando aumenta la temperatura
superficial de las aguas del mar. El aumento de la concentración de este
compuesto en la atmósfera contribuye a aumentar el albedo, por lo que se
consigue que una menor cantidad de radiación solar alcance las capas
superficiales oceánicas. Este efecto contribuye a disminuir la temperatura del
agua, de manera que se consigue una autorregulación de la misma.

Otro aporte teórico importante sobre la hipótesis Gaia es el
realizado por el profesor Carlos de Castro Carranza, del Grupo de
Energía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid. De Castro es
autor de varias publicaciones sobre la teoría Gaia orgánica.
De Castro mantiene una posición crítica ante lo
que tilda como abandono de una posición de defensa de Gaia como organismo vivo,
abandono que achaca a los impulsores iniciales de la hipótesis Lovelock y
Margulis. De Castro trata de argumentar como una Gaia definida como organismo
vivo es compatible con la ciencia. De esta manera, el autor defiende a Gaia
orgánica como una teoría científica, que parte de la hipótesis inicial de
Lovelock: que Gaia es un
REFERENCIAS:
Lovelock, James E. (1985). Gaia, una nueva visión
de la vida sobre la Tierra.
Watson,
A.J.; J.E. Lovelock (1983). «Biological homeostasis of the global
environment: the parable of Daisyworld». Tellus 35B: 286-289.
Lovelock, James E. (1985). Gaia, una nueva visión
de la vida sobre la Tierra. Ediciones Orbis. pp. 34-35.
Lovelock, James E. (1985). Gaia, una nueva visión
de la vida sobre la Tierra
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